Jorge, fileteador, artista, laburante

Economía

El estudio de Jorge recibe a quién lo visite con un aspecto digno de un artista del ramo. Telas, pinturas y pinceles se amontonan en los rincones, como su fueran inquilinos. Y es que el oficio de Jorge necesita de ellos, porque Jorge es fileteador.

Rosarino de Newell’s, vive en Buenos Aires desde hace 17 años. Estudió Bellas Artes en su ciudad natal. “Me sirve un montón, porque no sólo hago fileteo clásico, sino que puedo innovar”, asegura.

“El fileteo surgió como un oficio, más o menos como un letrista. Cada cliente te decía lo que quería, y vos lo hacías” cuenta, sentado en el respaldo de la silla. En ese sentido haber estudiado le permite agregar una dimensión artística.

La principal fuente de trabajo es Internet. “La mayor parte de los laburos me llegan por gente que me vio en la página, inclusive trabajos para el exterior, de gente que me encontró en la web”. El otro elemento importante es el boca en boca. “Lo importante es hacer bien el trabajo, porque esa es tu publicidad”, explica.

“Con el fileteado puedo pagar el alquiler; no es mucho, pero se trabaja bien” reconoce Jorge. Además, da clases individuales. “Venía cobrando $25 la hora, pero voy a tener que subir a $30, porque no da”.

El precio de un trabajo de fileteado es más difícil de especificar. “Un detalle en una guitarra puede salir $50, y he cobrado por una guitarra completa $ 1000; es tan variado como eso”. Jorge cuenta que “ya casi no se pintan bondis, ni esas cosas. Es más común hacer instrumentos, carteles”. También fue importante el turismo, que hizo crecer las zonas más arrabaleras, como San Telmo.

“A veces me cuesta desprenderme de algún laburo, pero es algo mágico. Si bien todos los trabajos tienen cierto nivel, a veces se da algo muy misterioso, y decís ‘que bueno me quedó’”. Luego se despide y dice: “el filete debería ser tratado como el símbolo artístico de Buenos Aires, tanto por la gente como por las autoridades”. Y pensar que nación en Rosario.

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