Una obra pop en modo estadio: la fiesta teatral de Miranda!

Espectáculos

El dúo presentó el “Nuevo Hotel Miranda” ante un Ferro colmado y confirmó su mejor momento: precisión escénica, temazos de distintas épocas y un tramo final donde el show dejó de ser recital para convertirse en experiencia sensorial total.

A esta altura, Miranda! ya no es solamente una banda que llena estadios: es un proyecto artístico que encontró una síntesis única entre pop, teatralidad y experiencia colectiva. Lo que sucedió el sábado en un estadio Ferro colmado –primera de tres funciones, con repetición el domingo y regreso el 20 de diciembre– terminó de ratificarlo. El dúo de Ale Sergi y Juliana Gattas presentó en sociedad el “Nuevo Hotel Miranda”, la continuación conceptual del álbum que les valió el Gardel de Oro y que disparó su popularidad a niveles inéditos. Y lo hicieron como mejor saben: con un despliegue visual que juega al mismo tiempo al musical de gran producción y al concierto directo, sin perder identidad.

A las 21 en punto –como siempre, la puntualidad como parte de la estética Miranda!– ya todo estaba caliente. La previa, a cargo de Dorian y una versión comprimida de la Fiesta Poppa con Joaquín Levinton como invitado, había dejado el ambiente ideal para que el grupo ingresara a un escenario enorme, en forma de herradura, pensado no solo para verse bien, sino para funcionar narrativamente: plataformas, pasarelas, balcones y ascensos que permitieron que Sergi y Gattas se movieran como si recorrieran los pisos, pasillos y habitaciones de ese hotel imaginario. Hubo canciones flotando literalmente cerca del cielo de Caballito, como “Plutón” o “Casualidad”, y esa sensación de que el espacio escénico no era un decorado, sino una construcción viva.

miranda en ferro

El arranque con “Ritmo & decepción” marcó el primer tercio: el momento de presentar las nuevas composiciones. “Siempre que lo beso”, “Triste”, “Me gusta” y “Hace rato” aparecieron con sus feats resueltos mediante tecnología y audiovisuales, una herramienta que el grupo domina con una naturalidad que otras bandas aún sueñan con lograr. Sin invitados físicos en esta primera parte, pero sin que eso se sintiera como una ausencia: Miranda! encontró la manera de que la colaboración no sea una pantalla, sino una presencia incorporada a la escena.

El segundo tramo fue la curva de energía que todo show en estadio necesita. Canciones como “Perfecta”, “Por amar al amor”, “Prisionero” y “Hola” se mezclaron con momentos más íntimos y emotivos, incluyendo ese instante con los cantantes en las alturas del escenario, como si el hotel abriera una ventana y permitiera respirar antes de la tormenta.

Y entonces llegó el tramo decisivo. Porque si en los últimos años los finales de los conciertos de Miranda! suelen ser pura celebración pop, lo que ocurrió el fin de semana directamente bordeó el placer extremo, el tipo de disfrute que trasciende el formato recital y se transforma en experiencia sensorial total. Tras un corte con el dúo fuera de escena, el estadio quedó vibrando para que Lali apareciera en modo “gatúbela dark”, como surgida de una habitación oculta del hotel, atacando “Mejor que vos” incluso antes del retorno de Sergi y Gattas después del breve interludio instrumental en 8-bits. Desde ahí, no hubo aire posible: “Yo te diré” –también con Lali–, “Traición”, “Mentía”, “Fantasmas”, “Ya lo sabía” y finalmente “Enamorada”, donde Juliana directamente condujo a las 35 mil personas como si tuviera en sus manos la llave maestra de esa noche. No fue simplemente una explosión emocional: fue un tramo de excelencia pop, de esos en los que todo se alinea y el público siente que está participando de algo irrepetible.

miranda en ferro

En el bis no apareció “Romix”, una decisión que parece menos una ausencia y más un descanso necesario después de una gira extensa y con rumores crecientes de que se aproxima un parate prolongado. En su lugar llegó una versión "vieja escuela" de “Tu misterioso alguien”, con Sergi y Gattas muy cerca del público, reivindicando una de las grandes joyas del repertorio. El cierre definitivo fue con “Don”, confirmando que la fiesta había terminado, pero que el hotel quedaba abierto un rato más en el corazón de quienes estuvieron ahí.

Lo más curioso es que ni siquiera el dúo parece tener una explicación cerrada de cómo pasó de tocar frente a 5 o 10 mil personas de vez en cuando a abarrotar estadios tres veces en una misma ciudad. Pero quizás la clave sea otra: incluso en espacios gigantes, Miranda! nunca deja de ser Miranda!. Los shows empiezan puntuales, no se estiran con discursos, no hacen concesiones a los clichés del recital masivo (amén de ciertos reaseguros en el set), priorizan la narrativa total sobre el lucimiento individual y afinan o recortan el setlist si la historia lo pide. Teatro, concierto, fiesta electrónica, musical, pop, disciplina escénica y descontrol controlado: todo convive sin pedir permiso. Por eso, más allá de las luces, los feats o el tamaño del escenario, Miranda! sigue siendo una obra pop en movimiento, que ahora –simplemente– se volvió una fiesta teatral en modo estadio.

miranda en ferro

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