Estados Unidos amplía los aranceles al acero y al aluminio: la medida alcanza a 407 derivados
La administración Donald Trump amplió los gravámenes del 50%, ahora aplicados también a bienes derivados como maquinaria, muebles y turbinas.
El gobierno de Estados Unidos profundizó su política proteccionista al extender los aranceles al acero y al aluminio a un amplio abanico de productos considerados “derivados” de esos materiales. La medida, anunciada por el Departamento de Comercio y oficializada en el Registro Federal, impacta sobre 407 nuevas categorías de bienes que van desde maquinaria pesada y turbinas de viento hasta muebles, vagones y sillas para bebés.
Los gravámenes, que se ubican en el 50%, habían sido duplicados en junio tras una decisión del presidente Donald Trump, quien busca reforzar a las industrias nacionales frente a la competencia internacional. Según explicó Jeffrey Kessler, subsecretario de Comercio para la Industria y la Seguridad, el objetivo es “cerrar vías de evasión de aranceles y fortalecer la producción estadounidense”.
El endurecimiento de la medida forma parte de una estrategia más amplia que ya incluyó subas de aranceles a casi todos los socios comerciales de Washington, con especial énfasis en potencias como la Unión Europea y Japón. Aunque por ahora el efecto sobre los precios al consumidor se percibe limitado, los especialistas advierten que la situación podría cambiar en los próximos meses.
Varias empresas adelantaron importaciones para evitar los aumentos, mientras que otras optaron por trasladar parte de los costos a los consumidores o absorberlos parcialmente. No obstante, analistas remarcan que esta última estrategia no podrá sostenerse en el tiempo y que, tarde o temprano, el mercado reflejará los mayores costos.
El alcance de la medida es significativo: además de maquinaria industrial, también incluye equipos de construcción, compresores, grúas y hasta productos de uso cotidiano como algunos tipos de muebles. Para los críticos, el impacto inflacionario podría extenderse más allá de lo previsto y generar distorsiones en sectores clave de la economía.
Sin embargo, desde la Casa Blanca sostienen que la prioridad es proteger empleos estadounidenses y garantizar que la inversión local en acero y aluminio no se vea debilitada por importaciones más baratas.
Con esta decisión, Trump refuerza su impronta de corte nacionalista en materia económica, consolidando una política comercial que divide opiniones dentro y fuera del país, pero que marca con claridad su apuesta por blindar la producción interna frente a la competencia extranjera.
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