Estallido social en Chile: bienvenidos a octubre

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Del anhelado proyecto del Mapocho navegable de Piñera, a la caída de un joven de 16 años por obra de la fuerza policial. El río que atraviesa la capital, se convirtió -otra vez- en un territorio de enfrentamiento, sangre y dolor.

A mediados de septiembre de este año, la institución Carabineros de Chile presentaba ante la opinión pública su nuevo protocolo para que su personal pudiese enfrentar las manifestaciones sociales, como las que se dieron en octubre de 2019 y como las que se espera, recrudezcan en octubre de 2020, a un año del estallido social.

Dicho protocolo establecía “puntos de dialogo” que debían tener los uniformados con los manifestantes, “antes de hacer uso de los equipos de Fuerzas Especiales”, junto a sus carros disuasivos. Sin embargo, las imágenes del viernes 2 de octubre pasado, dicen todo lo contrario.

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Ya se ha viralizado por todas las redes sociales y el mundo entero las imágenes de la caída de un manifestante de 16 años. Escapando, junto a un numeroso grupo de manifestantes, de la arremetida de un contingente policial, fue empujado por otro joven de 22 años (el carabinero acusado hoy de cuasi delito de homicidio) por sobre la baranda del puente sobre el rio Mapocho, hacia su cauce seco, 7 metros más abajo.

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A este barbárico hecho se sucedieron, casi como un mantra, la tardía reacción del gobierno, las peleas en redes sociales y el tono y discurso de los medios versus la indignación de la gente. Todo esto a menos de un mes del plebiscito constituyente que tiene en vilo al país completo.

Sin embargo, no solo la ciudadanía reaccionó con indignación al hecho. Numerosas organizaciones civiles interpusieron acciones legales contra funcionarios del estado. Entre ellos se encuentran el carabinero en cuestión, el jefe general de carabineros, el ministro del interior y hasta el propio presidente Piñera. Y no se descartan remezones mayores en la misma institución policial y el gobierno.

LA INSTITUCIÓN POR EL PISO

La pregunta que surge es en qué condiciones, la institución de carabineros llega a hacer lo que ha hecho, e inclusive, lo que no ha hecho. Para el sociólogo de la Universidad de Santiago, Alberto Mayol, “mas allá de una conducta que es casi o totalmente delictiva, o violatoria de los DDHH, carabineros como institución no puede generar procedimientos adecuados”.

Recordemos que, con el estallido de octubre 2019, la figura de Carabineros de Chile se vio fuertemente cuestionada por la forma en que enfrentó el estallido y las manifestaciones populares. Perdida de ojos por perdigones policiales y violaciones y torturas en comisarías, fueron parte de las acusaciones.

“¿Cuánto ha dormido ese carabinero? ¿Cuánto ha dormido en los últimos meses? ¿Por qué la institución policial ofrece bonos para ir a trabajar a Plaza Dignidad (ex Plaza Italia)? ¿Cuál es la enfermedad?” se pregunta Mayol.

Y remata con que “una institución que sabe que tiene como jefe máximo a una persona que le interesa poco la ley”, es difícil que tenga estándares morales altos. Y recuerda el momento en que el presidente Piñera, durante su primer mandato -en 2011- en una ronda de emprendedores estadounidenses y chilenos afirmó que “algunos sostienen que Adán y Eva fueron los primeros innovadores y emprendedores porque se atrevieron a hacer lo que estaba prohibido”. O sea, violar la ley.

Según el sociólogo, las heridas del año pasado se vuelven a abrir de manera “enérgica y persistente”. “Dejamos un octubre en llamas y nos recibe otro octubre en llamas. Y con él, la inviabilidad por parte del presidente de seguir respaldando a la institución de Carabineros.”

MAPOCHO NAVEGABLE

Casi como una jugarreta del destino, uno de los proyectos más preciados del presidente Sebastián Piñera, incluso mucho antes que fuera mandatario, era convertir al río Mapocho -un zanjón encausado y secó que atraviesa la capital chilena- en un curso de aguas navegables. Como una prueba de ese Chile creciente y “desarrollado”, ese proyecto se levantaba como otro faro del país de los Chicago Boys.

Pero el proyecto inicial, devino en una suerte de parque acuático; el parque fluvial Renato Poblete. Nombre puesto en honor al sacerdote chileno que en 2019 fue acusado, post mortem, de haber abusado sexualmente de varios jóvenes durante los ochenta. En abril, de ese mismo año, el parque pasó a llamarse Parque de la Familia.

En dicho parque, que cuanta con una gran laguna alimentada por el cauce del rio Mapocho se puede, al día de hoy, hacer deportes náuticos de bajo calado.

Pero la historia es caprichosa. Este viernes recién pasado, el Rio Mapocho fue escenario de otra situación penosa que recuerda los años mas oscuros de la dictadura, cuando aparecían cuerpos a la vera del rio que atraviesa la capital. Un menor de edad fue empujado por un carabinero que era apenas 6 años mayor que él.

El Mapocho navegable terminó convertido, finalmente, en un lugar de enfrentamiento, de dolor y de muerte. Y lo que cayó el viernes al río no solo fue el cuerpo del muchacho -que hasta el domingo estaba fuera de riesgo vital- sino que también cayó, y definitivamente, la imagen de la institución policial chilena. El río Mapocho como un cementerio político. Bienvenidos al octubre del plebiscito constitucional y la bronca contenida.