Las verdades del Obispo y los artificios del macrismo

Política

Por Juan Carlos Junio. Secretario General Partido Solidario. Director del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”

Hace pocos días atrás, el presidente Mauricio Macri visitaba la provincia de Salta en el marco de la misa de la Virgen del Milagro, el momento culminante de la celebración religiosa de esa provincia. Las palabras que el arzobispo Mario Cargnello dirigió al Presidente en la ceremonia quedarán en los anales del oprobio de Mauricio Macri: “Usted dijo que iba a luchar por la pobreza cero. ¿Qué puede decir Salta de la pobreza?, le da el rostro a la pobreza (…) por eso Mauricio, hablaste de pobreza, llévate el rostro de los pobres (...) Los pobres no son una molestia, son una oportunidad, son maestros”.

Es evidente que no sólo el contundente resultado adverso de las elecciones primarias tuvieron un efecto sancionatorio para el actual gobierno de Cambiemos, y su proyecto económico social, sino que el Presidente y sus funcionarios deben enfrentarse cotidianamente, frente a frente, al descontento de la ciudadanía por las consecuencias de sus políticas. Aquella parte de la sociedad que se encontraba aún seducida por las falsas promesas de un futuro bienestar, se reduce cada vez más.

La precariedad de las decisiones gubernamentales resulta manifiesta al evaluar su transitoriedad, ya que en el mejor de los casos llegan hasta fin de año. Recordemos que hace tan sólo dos años atrás, en el marco de las elecciones legislativas de 2017, el gobierno tomó decisiones cuya corta permanencia quedó de manifiesto al día siguiente de los comicios. En esa circunstancia, uno de los principales diarios titulaba “Primer anuncio post elecciones: desde hoy aumentan las naftas entre 9,5 y 10%”. Resulta obvio el engaño y la falta de respeto a la sociedad.

Volviendo a estos días, el lunes pasado, el ministro Lacunza presentó en el Congreso de la Nación el Proyecto de Presupuesto 2020. Esta vez, los acontecimientos climáticos (como las tormentas) dejaron de ser los causales de las desavenencias económicas. Ahora, el Ministro optó por asumir una combinación de herencia, inconsistencias o descoordinaciones y algunos factores externos, casuales, fortuitos, como la sequía o el corte abrupto al financiamiento de los mercados emergentes.

Su discurso no se compadece con la realidad. Las políticas y acciones del gobierno están directamente relacionadas con la ideología y los intereses que representa el macrismo. Bajar el costo laboral, achicar el déficit fiscal primario por la vía del ajuste del gasto público, principalmente el social, reducir la inflación a través del encarecimiento del crédito y la recesión económica, reprimarizar la economía, dolarizar tarifas y tarifazos, entre otras. Muchos de estos aspectos se llevaron a cabo y resultaron “exitosos”, con un altísimo costo social.

Ni siquiera en aquellos aspectos en los que, al menos discursivamente, el gobierno intentó destacarse, resultaron ser ciertos. Uno de los argumentos esgrimido desde el oficialismo acerca de la pobreza, que se incrementó considerablemente durante su gestión, es que la caída de los ingresos en los sectores vulnerables se ve compensada por obras de largo alcance, como la construcción de cloacas y acceso al agua potable. Sin embargo, según los registros de la empresa estatal AySA, desde 2015 el promedio de construcción de cloacas y conexiones de agua en la Capital y el Conurbano bajó un 22,5% al tiempo que la tarifa que abonan los usuarios subió casi un 800%. Además, según los datos publicados por el Ministerio de Hacienda, las inversiones en agua potable y alcantarillado descendieron un 20% en lo que va de 2019. Se trata de un flagrante contrasentido.

Para concluir, si bien las recientes medidas tomadas tanto en el mercado cambiario como en la economía real constituyen claramente un intento del gobierno para crear una efímera idea de que algunos aspectos económicos están mejorando, queda claro que no constituyen una salida a la caótica situación generada por ellos mismos.

Se torna imprescindible por lo tanto, la elección de un verdadero cambio de rumbo a partir de diciembre próximo. Un rumbo que involucre la toma de decisiones que lleven a revertir la penosa situación que están viviendo la mayoría de los argentinos y argentinas. Un rumbo destinado a generar una redistribución del ingreso a favor de los trabajadores, mejorando la calidad de vida y el poder de consumo de la población e incentivando la actividad de los sectores productivos más perjudicados en los últimos años.

En este sentido, las próximas elecciones de octubre constituyen un verdadero desafío para la ciudadanía argentina.

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