Se cumplen 70 años de la "Revolución Libertadora", el golpe de Estado que buscaba eliminar al peronismo

Política

Juan Domingo Perón fue derrocado tras una serie de sucesos registrados a partir del 16 de septiembre de 1955. Rayo "desperonizador" y proscripción.

Este martes, 16 de septiembre, se cumplieron 70 años desde la noche en que el general retirado Eduardo Lonardi tomó la Escuela de Artillería en Córdoba, el primer de los eventos que desembocaron en el derrocamiento del entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, en lo que dieron en llamar la "Revolución Libertadora", que ahora un historiador local tildó de "desperonización" de la sociedad.

"La desperonización no fue únicamente producto de medidas del gobierno sino de la acción de los propios antiperonistas civiles que, por ejemplo, se dedicaron a saquear edificios y locales sindicales vinculados al justicialismo", expresó a C5N el historiador Santiago Campana, autor del libro "La dictadura de la libertad. El golpe de 1955 y el antiperonismo en el poder".

Según estableció Campana, el golpe de Estado de 1955 "fue el único que no se concretó en un solo día, sino que se prolongó por varios", hasta que Lonardi llegó al poder, el 23 de septiembre, y "es el que tiene más interrogantes y enigmas con lo acontecido".

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El golpe del '55 también fue "el que tuvo mayor participación de la población civil, con una Plaza de Mayo repleta para recibir a Lonardi en su asunción", señaló el historiador, aunque el general retirado del Ejército fue reemplazado a los 51 días por el también militar Pedro Eugenio Aramburu.

El derrocamiento de Perón "fue el más cruento de todos, con combates en diferentes puntos del país entre dos bandos enfrentados de las Fuerzas Armadas que llevaron al país a una situación de virtual guerra civil y dejaron más de 150 muertos".

Durante los siguientes 50 días post 16 de septiembre "se tomaron las primeras medidas tendientes a desperonizar la sociedad: se reincorporaron cuadros en el Ejército, se crearon las primeras comisiones investigadoras, se quitaron todos los nombres de Perón y Eva Perón de lugares públicos, se allanaron propiedades de políticos peronistas, se prohibió cantar la Marcha Peronista, e incluso libros asociados al peronismo fueron prohibidos y quemados", enumeró Campana.

Para cuando Aramburu conformó su gobierno de facto se anuló la reforma constitucional de 1949 y "rápidamente se intervino la Conferencia General del Trabajo (CGT), y también se disolvió el Partido Peronista en sus ambas ramas y la Fundación Eva Perón", agregó.

El rol de la sociedad, de los "antiperonistas civiles", fue clave pero no concluyente. Algo mucho más determinante fue la firma del Decreto/Ley 4161, de marzo de 1956, en el que se prohibía y penalizaba la mera mención de Juan Domingo Perón o su esposa, Eva Duarte de Perón, junto al uso de cualquier tipo de simbología peronista.

Si era por complacer los deseos del gobierno de facto, el "tirano prófugo" y "esa mujer" no volverían a ser aludidos por sus nombres, y cualquiera que los apoyara o emitiera ideas afines a ellos serían detenidos, despedidos de sus trabajos y marginados de la sociedad.

"La desperonización tuvo dos puntos culminantes. En primer lugar, el robo y el ultraje del cadáver de Eva Perón. Por otro lado, los fusilamientos de 27 personas en junio de 1956, tras el fallido levantamiento encabezado por el general Juan José Valle, que incluyó el asesinato de civiles inocentes ajenos a los hechos", convino Campana.

"El gran problema de la desperonización, que explica su fracaso, radica en su diagnóstico: para el antiperonismo, el peronismo había sido producto de la demagogia del líder y del enorme aparato propagandístico, que había logrado peronizar a sus seguidores", señaló el historiador.

"Para ellos, sin el control del aparato estatal, el movimiento justicialista estaba destinado a desaparecer, ya que sin entregar prebendas y sin poder continuar con el adoctrinamiento de la población, a la vez que se comunicaría a la gente todas las 'atrocidades' ocurridas en la década anterior, nadie tendría razones para seguir siendo peronista", explicó Campana.

"De esta forma, se negaba la existencia de peronistas genuinos y legítimos", dijo el historiador, antes de aclarar que "contrario a lo esperado, los peronistas lucharon y resistieron contra la dictadura, buscando mantener viva su identidad política".

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