El falso mito de que en 2020 "no hubo clases": la mayoría de los padres del AMBA está satisfecho con el esfuerzo de los docentes

Sociedad

El 66% de los adultos con hijos en Primaria o Inicial entiende que los maestros trabajaron durante la virtualidad igual o más que en las clases presenciales.

Desde algunos sectores de la oposición se intentó instalar que, durante el 2020, hubo una suerte de “catástrofe educativa” a partir del cierre de escuelas, y la implementación de clases virtuales, debido a las medidas de cuarentena que tuvo que poner en marcha el gobierno nacional por la pandemia de Covid-19. No es casual la elección de palabras: las catástrofes tienen como característica producir una destrucción irreparable. Acompañando este diagnóstico, con frecuencia se ha afirmado que directamente "no hubo clases", y por ello éstas deben volver inmediatamente. Ante tales afirmaciones creemos necesario aportar algunos datos que nos permitan saber, por lo menos, cómo valora la ciudadanía (en especial, las madres y los padres) la experiencia de las clases virtuales de alumnos de nivel inicial, primario y secundario durante la pandemia.

Sin duda, la pandemia obligó al Estado a tomar decisiones fuertes en poco tiempo, para lo cual estructuralmente no estaba preparado. En este caso, el cierre de escuelas implicó la implementación de nuevas formas de enseñanza, para las cuales no había capacitación, ni experiencia por parte de docentes y alumnos. Aunque el problema principal parece ser la evaluación de toda esta novedosa experiencia y la respectiva acreditación fehaciente de los contenidos, la afirmación de que hubo una catástrofe parece demasiado extrema y claramente cargada de intencionalidades políticas. Las personas más objetivas a las cuales se les puede preguntar qué pasó durante 2020 con respecto a las clases, son las madres y padres y los/as estudiantes que tuvieron que transitar este año tan extraño desde sus casas y con nuevas actividades.

Desde el equipo de investigación SocPol, de la Universidad Nacional de Quilmes, a partir de una encuesta de 2.200 casos obtenida de la Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal nos propusimos reconstruir lo que las personas experimentaron más allá de estos discursos que tienen tanta capacidad para instalarse en los medios.

Por ejemplo, si preguntamos, a las madres y los padres, cuánto cree que trabajó la maestra -concreta- de su hijo o hija con respecto a años anteriores, un 48% sostiene que trabajaron más y un 18% que trabajaron lo mismo, frente a solo un 16% que sostiene que trabajaron mucho menos, tal como se observa en el gráfico 1. Estos porcentajes no varían significativamente si preguntamos a los mismos estudiantes, o a otros parientes

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Si preguntamos por el esfuerzo o entusiasmo que pusieron esas mismas maestras en dar sus clases y en realizar la devoluciones a sus hijos/as, los resultados también son significativamente altos, como se puede ver en el gráfico 2.

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Estas evaluaciones de la dedicación de los docentes, también se corresponde con las consideraciones acerca del aprendizaje de los/as estudiantes. Así, de las madres y padres con hijos/as en los niveles inicial, primario y secundario, un 52% considera que el alumno/a aprendió bastantes contenidos, y el 70% considera que aprendió bastante sobre enseñanza virtual.

También es importante observar que la mayoría de las madres y padres manifiesta que sus hijos/as no experimentaron graves dificultades a la hora de conectarse a las clases virtuales (de forma muy similar opinaron los/as estudiantes de los últimos años del secundario que respondieron la encuesta, según su experiencia personal). En este sentido, como puede verse en el gráfico 3, el 49% escogió la respuesta “los dispositivos que tuvo le permitieron participar BIEN de las clases tal como se dictaron en forma virtual”, y un 23% optó por “tuvo ALGUNAS DIFICULTADES para poder participar, por no tener computadora, pero se arregló bien con el celular”. Un 18% planteó que su hijo o hija tuvo bastantes dificultades, un 6% muchas dificultades para conectarse y un 3% que las resolvió con los cuadernillos impresos. Al interpretar estos porcentajes, no debemos olvidar que esta encuesta fue administrada a través de internet, invitando aleatoriamente a usuarios de Facebook para que la respondieran. Si bien se han realizado ponderaciones para adecuar la cantidad de casos según los niveles de educación de los datos censales, es muy probable que los sectores cuyos hijos tuvieron los más graves problemas de conectividad durante el 2020, estén subrepresentados en nuestra encuesta.

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Sin dudas la pandemia alteró las trayectorias pedagógicas y perjudicó, principalmente, a los más humildes. También es necesario decir que la “virtualidad” implementada tuvo falencias, y requiere todavía más tiempo y trabajo para poder perfeccionarla. Pero, como conclusión, podemos afirmar que las madres y los padres no consideran que hubo una "catástrofe educativa". Hubo sí docentes, estudiantes y padres intentando llevar a cabo lo mejor que pudieron las clases y, en algunas jurisdicciones, con un sostenido y creativo esfuerzo por las autoridades educativas para acompañar este proceso. Madres y padres valoran el esfuerzo docente y, tal vez por eso, opinan masivamente que sería mejor que maestras y profesores estén vacunados antes de que vuelvan las clases presenciales, tal como lo hemos analizado en otro artículo. Desestimar este esfuerzo sería invisibilizar lo que realmente pasó. Las afirmaciones catastróficas buscan un efecto político, más que aportar racionalidad y a la necesidad de que vuelvan los/as estudiantes a las aulas. Esperemos que esta experiencia de la virtualidad sea una mejora futura de la educación y, a diferencia de las catástrofes, sea una herramienta útil para aplicar en el futuro.