"Infectadura": insólito documento de opositores al Gobierno contra la cuarentena

Sociedad

Mientras en Brasil los muertos se cuentan de a miles por no implementar una cuarentena contra el coronavirus, fogonean contra el aislamiento.

Intelectuales, científicos, periodistas e infuencers de la redes sociales identificados políticamente como opositores al Gobieno de Alberto Fernández, e incluso en algunos casos al jefe de Gobierno de la Ciudad Horacio Rodríguez Larreta o los intentendes y gobernadores que no son del Frente de Todos, firmaron un documento para denunciar que la Argentina transita lo que denominaron "infectadura". Es porque están en contra del aislamiento social, preventivo y obligatorio impuesto para evitar miles de muertes por el coronavirus.

Entre los firmantes aparecen funcionarios del gobierno anterior, intelectuales, científicos del CONICET y personalidades del espectáculo. Entre ellos, Juan José Sebreli, Santiago Kovadloff, Luis Brandoni, Daniel Sabsay, Luis Tonelli, Fabiana Tuñez, Gabriel Palumbo, Federico Andahazzi, Silvina Martínez, Marcelo Gioffre y Darío Lopérfido.

También los periodistas Fanny Maldelbaum, Jorge Sigal, Néstor Sclauzero, Rosario Agostini, Eduardo Antín (Quintín), Marcelo Panozzo, Javier Navia, Luis Gasulla, Rogelio Alaniz, Pablo Ciarlero, Ricardo Benedetti, Leonardo D’Espósito, José Ignacio Sbrocco, Sandra de la Fuente, Rodolfo Pousá y Emilio Laferriere.

Dario Loperfido.jpg
Darío Lopérfido, otrora miembro de la mesa chica del ex presidente Fernando de la Rúa y negacionista del genocidio de la dictadura cívico-militar, es uno de los firmantes del comunicado de la "infectadura"

Darío Lopérfido, otrora miembro de la mesa chica del ex presidente Fernando de la Rúa y negacionista del genocidio de la dictadura cívico-militar, es uno de los firmantes del comunicado de la "infectadura"

TEXTO COMPLETO

El mundo enfrenta un momento especial a raíz de la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2, conocida como COVID 19. Si bien ningún país estaba preparado para esto, la primera reacción del gobierno argentino fue negar la existencia del problema, a pesar de las advertencias desde un sector independiente de la comunidad científica y de la política.

Del mismo modo, se desestimó el planteo de testear, rastrear y aislar casos, no controló a tiempo las fronteras y decretó una cuarentena en forma improvisada, sin presentar ningún plan ni una posible fecha de finalización. Como única explicación se exhibieron logros parciales, al compararse erróneamente con otros países, y mostrando con anticipación supuestos éxitos, cuando debería predominar la cautela y el realismo.

El presidente ALberto Fernández anunció que comenzaba “la hora del Estado”, una expresión que recuerda a la famosa frase de Leopoldo Lugones y describe un fenomenal avance en la concentración del poder para eludir cualquier tipo de control institucional.

En nombre de la salud pública, una versión aggiornada de la “seguridad nacional”, el gobierno encontró en la “infectadura” un eficaz relato legitimado en expertos, seguramente acostumbrados a lidiar con escenarios que se asemejan a situaciones de laboratorio y ratones de experimentación, pero ignorantes de las consecuencias sociales de sus decisiones.

En dos meses, hubo un número alarmante de detenidos y sancionados en nombre de su propia salud. La detención, seguida de muerte, de Magalí Morales y Luis Espinoza se convierte en responsabilidad del gobierno nacional, que ha creado las condiciones para que esto suceda. Miles de argentinos quedaron varados en el exterior y en el interior, mientras provincias y ciudades se han cerrado como condados medievales. Clases suspendidas, enfermos que no pueden seguir sus tratamientos, familias separadas, muertos sin funerales y, ahora, la militarización de los barrios populares.

El desdén por el mundo productivo no tiene antecedente y su consecuencia es la pérdida de empleos, el cierre de comercios minoristas, empresas y el aumento de la pobreza. Los créditos para monotributistas y autónomos y la asistencia a las PYME fueron tácticas publicitarias con requisitos casi inalcanzables para la mayoría de los afectados.

La democracia está en peligro. Posiblemente como no lo estuvo desde 1983. El equilibrio entre los poderes ha sido desmantelado. El Congreso funciona discontinuado y la Justicia ha decidido una insólita extensión de la feria, autoexcluyéndose de la coyuntura que vive el país.

Nosotros, ciudadanos que pertenecemos a varias áreas de la ciencia, al mundo académico, profesional y la cultura general, manifestamos nuestra preocupación y llamamos a grupos y organizaciones de la sociedad civil, partidos, sindicatos, formadores de opinión y medios de comunicación independientes a redoblar una actitud crítica y vigilante hacia al poder gubernamental, aumentando la deliberación y la conversación social sobre las consecuencias del aislamiento obligatorio y exigiendo la presentación de un plan de salida para esta situación anormal.

La sociedad argentina ha mostrado ser responsable a la hora de enfrentar la amenaza de la pandemia. Acató las normas, cumplió los consejos sanitarios y se mostró respetuosa de la ley y sus representantes. Es hora que el presidente haga lo mismo.