Carlos Bilardo se enteró de la muerte de Miguel Russo: el hermano contó cómo fue su reacción

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El exentrenador de Estudiantes y la Selección recibió la noticia del fallecimiento días después del homenaje en La Bombonera, y su reacción conmovió a su entorno más cercano.

La noticia que nadie quería transmitir finalmente llegó a los oídos de Carlos Salvador Bilardo y lo hizo de la forma más íntima y dolorosa posible. Aunque la familia había decidido postergar el momento para evitarle un golpe emocional, el cariño histórico que unió al Doctor con Miguel Ángel Russo, dos ídolos de Estudiantes de La Plata hizo imposible seguir demorando la verdad.

Jorge, su hermano menor, fue quien tomó la responsabilidad de contárselo, en un instante marcado por la sensibilidad y un clima de profunda nostalgia. Aquella tarde, mientras observaban un partido de Boca en el que se multiplicaban las banderas dedicadas al entrenador fallecido, comprendió que no había manera de disimular más. Al escuchar su nombre repetido una y otra vez en la transmisión, percibió que algo no estaba bien.

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Cuando Jorge finalmente se animó a decírselo, el silencio se volvió protagonista. Según él mismo relató, Bilardo quedó inmóvil, como intentando procesar la noticia que golpeaba directamente su memoria afectiva. Apenas unos segundos después, sus ojos comenzaron a humedecerse, un gesto tan leve como contundente para quienes lo conocen.

"Sí, se lo contamos, pobre Miguel, la luchó mucho. Cuando se lo conté quedó quieto, estábamos justo mirando un partido de Boca, donde estaban las banderas de Miguel y ahi le dije: ´Mirá, fijate que falleció Miguel'. Lagrimeo un poquito. Hoy es bravo, me mató ver su reaccionó, quise salir y tirarme abajo de un colectivo", confesó en Súper Deportivo Radio.

bilardo russo

La relación entre ambos se había construido mucho antes de que coincidieran en la elite del fútbol argentino. Desde comienzos de los años 80, en plena etapa gloriosa de Estudiantes, forjaron un vínculo que trascendió lo laboral. Russo era una pieza fundamental dentro de la cancha, un símbolo del sacrificio y la disciplina que Bilardo exigía de sus dirigidos. El Metropolitano de 1982 reforzó esa conexión, consolidando una sociedad donde la confianza iba más allá del juego. A lo largo del tiempo, ese respeto mutuo se convirtió en amistad.

Incluso cuando el ciclo de la Selección se encaminaba al Mundial de México 1986, Bilardo lo consideraba entre los suyos. Solo una lesión inesperada, producto de un accidente doméstico, lo dejó afuera de la lista definitiva. Russo siempre recordó aquella decisión sin rencor, convencido de que el Doctor actuó con honestidad. Hoy, tras su partida, esa historia vuelve a resonar. Y la reacción de Bilardo, tan genuina como dolorosa, refleja lo profundo de un vínculo que marcó a ambos para siempre.

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