El Plan de la Mariposa en el Luna Park: el tesoro escondido de un día agitado
En un día donde pasó de todo en el Microcentro porteño, el ascendente grupo de los hermanos Andersen hizo un show en el que hizo gala de su evolución artística.
“Tus pupilas expandiéndose como dos lunas llenas”, canta Camila Andersen en medio de una emocionante versión de “Tesoro escondido”, en la mitad de la primera parte del show de El Plan de la Mariposa en el Luna Park.
Ya promediando el final, su hermano Sebastián (el mayor de cinco que conforman el núcleo del grupo) vuelve a entonar las mismas líneas a capella, en referencia directa a que era la segunda vez en el año que la banda se presentaba en el mítico estadio.
El último sábado no fue uno más en el Microcentro porteño. A la realización de la Marcha del Orgullo se le sumó la expectativa que generaba la final de la Copa Libertadores en la que Boca finalmente cayó 2-1 ante Fluminense de Brasil.
Si bien el resultado no fue el esperado por los hinchas del club más popular del país, el clima xeneize si se hizo presente: muchos hinchas eligieron ver el partido en lugares cercanos al Obelisco y a pesar de la derrota muchos se acercaron tras el encuentro en una clara muestra de afecto por el club de sus amores.
En medio de este contexto agitado, el grupo oriundo de Necochea hizo su segunda presentación del año y su carrera en el Luna Park y demostró que en la música no siempre tiene lugar la famosa frase “las segundas partes nunca fueron buenas”. Apoyándose en una escenografía, visuales y un esqueleto de show que ya habían usado en su debut en este lugar en junio, el grupo hizo ajustes en la lista de temas que le permitió dar golpes certeros de entrada.
Tras una introducción instrumental en modo chill, el cuarteto de canciones inicial incendió a todo el público y marcó la tónica del resto del recital: primero, versiones poderosísimas de “Un mal delito entre confiar o morir” y “La lanza de mi fe”, dos de los temas del corte más netamente rockero del grupo; inmediatamente después una sorpresiva y acertada ejecución de “La cuesta del sol”, un midtempo que salió el año pasado y por el momento ha sido poco explotado en vivo. Para cuando Valentín Andersen disparaba desde su guitarra el pirotécnico riff de “Túnel de la vida”, la banda ya tenía a los presentes en su bolsillo.
De ahí en más, El Plan administró y varió los climas del espectáculo de modo tal que las 25 canciones (a las que hay que sumar algunas más que fueron interpretadas en forma de mix) y dos horas y media de show pasaron casi en un abrir y cerrar de ojos. A esos fines, el grupo cuenta con la ventaja de tener tres cantantes con colores y estilos de voces bien marcados.
Así, al liderazgo de Sebastián (que es voz principal en gran parte de los temas), los segmentos de Camila (“Tesoro escondido” y “El cuerpo sabe”) y Valentín Andersen (“Oro de abeja”, “Ella es agua” y “Semilla del alma”), sumado a un trío de temas interpretados en formato de fogón (“Llega llega llega”, “Vuelvo a caer en un túnel de algodón” y “Viajo con el sol”) le aporta matices que lo aleja de la lógica de un show de rock puro y duro y lo vuelve mucho más dinámico, generando además una suerte de adrenalina contenida que se descargó de forma descomunal en canciones con tracción a sangre como “Incandescente”, “Gas pimienta y a brindar”, “La vida cura” y “Cómo decir que no”, además de los dos bises “Romance con el desapego” (en una versión larga con gaitas incluidas) y “El riesgo”, que fueron más que suficientes después de tamaña entrega.
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