La historia real de Yiya Murano, la envenenadora de Monserrat que tendrá su serie en Flow
El próximo 13 de noviembre se estrena "Yiya" protagonizada por Julieta Zylberbeg, la serie que cuenta la historia detrás
El próximo 13 de noviembre se estrena "Yiya" en Flow, una serie protagonizada por Julieta Zylberberg que cuenta más que una historia, un drama o un true crime. Con 5 episodios, esta producción de Kuarzo e Idealismo Contenidos refleja, en una apuesta diferente, un relato desde la mentalidad de la asesina que marcó un antes y un después en la historia criminal argentina.
La ficción está protagonizada por Cristina Banegas, Julieta Zylberberg, Pablo Rago, Mónica Antonópulos, Cecia Dopazo, Diego Cremonesi y Carlos Portalupi, entre otros grandes actores. Además, aborda la historia de Yiya Murano, más conocida como la primera asesina en serie argentina condenada a cadena perpetua por envenenar a tres amigas.
La historia real de Yiya Murano
Pasan los años y la gente no olvida, aunque desde su muerte, quedó relegada solo a ser "la precursora de la primera gran estafa piramidal de Argentina". Sin embargo, su nombre, su historia y su inteligencia siguen siendo una marca que ya fue registrada como una de las más anormales de la historia criminal del país.
Esto es porque lo cierto es que Yiya Murano quedó inmortalizada en el oscuro panteón de la fama criminal como una asesina en serie. No obstante, más allá de sus crímenes, sus intervenciones públicas revelaron una mente con inclinaciones narrativas y dramáticas; sus ideas y pensamientos demostraban una habilidad para generar suspenso, calibrar lo que debía callar y elegir cómo decir lo que podía. Sus recursos eran más propios de la ficción que los de una persona que clama por su inocencia, una inocencia que, en definitiva, fabricó con una red de mentiras.
Uno de sus trucos mediáticos más recurrentes era aparecer en entrevistas sosteniendo aparatosamente un sobre de papel madera lacrado. Con este objeto como atrezo, proclamaba: "Acá está toda la verdad. Nadie la sabrá". Cuando algún periodista insistía para que develara el contenido, ella exigía dinero a cambio. La leyenda cuenta que, en una ocasión, una cronista aprovechó un descuido y abrió el sobre mientras Murano saludaba a una persona que le había pedido un autógrafo. El artificio de la anciana que era capaz de llorar sin lágrimas, otro de sus recursos, quedó expuesto: el sobre estaba vacío.
El envenenamiento, las deudas y el secreto del cianuro
Otra de las trampas de Yiya era decir que no había envenenado a sus tres amigas. Con ese llanto fabricado, obscenamente mal actuado, decía en público: "He matado a dos personas". Le gustaba jugar el enigma, revelando al pasar que había sido amante de un presidente, y que las víctimas habían sido envenenadas por una mafia de usureros.
La realidad criminal de Yiya fue mucho más brutal: envenenó con té y masitas finas a sus amigas Nilda Gamba, Lelia Formisano de Ayala y su prima Carmen Zulema del Giorgio Venturini. Los crímenes ocurrieron entre el 11 de febrero y el 24 de marzo de 1979. La motivación de los asesinatos fue no saldar una deuda que tenía con ellas, originada en un negocio que les había propuesto, pero que en definitiva resultaría ser una estafa. Un pagaré encontrado a su nombre en la casa de una de las víctimas alertó a los familiares y las sospechas se centraron en Murano, quien hasta sus últimos años negó haber sido la culpable.
Los investigadores confirmaron que la usurera Yiya les debía dinero por ese negocio fraudulento. Ella las conocía en la intimidad, eran sus grandes amigas, pero terminaría quedándose con el último suspiro de esa intimidad: la muerte. Las mató con cianuro, ese veneno cuyo olor y sabor comparan con las almendras negras. Yiya las cuidaba incluso en su agonía, y era la persona que más lloraba en los velorios, aunque lo hacía sin lágrimas.
La pista nunca resuelta y la vida tras prisión
Yiya fue detenida el 27 de abril de 1979. Fue liberada el 20 de noviembre de 1995 debido a una reducción de la pena y por el beneficio del "dos por uno". Un año después de su liberación, se convirtió en columnista de moda del programa La Hoguera, y llegó a ser invitada a los almuerzos de Mirtha Legrand, a quien incluso le ofreció masitas con té.
Una de las grandes incógnitas del caso nunca pudo resolverse. Uno de los investigadores opinó ante Sdrech: “¿De dónde obtenía la asesina el veneno alcalino? Es algo que no se expende en cualquier lado. Es así que la División Homicidios puso a trabajar a varias comisiones en las droguerías, laboratorios o veterinarias de Capital Federal y del Gran Buenos Aires. ‘La receta o el documento firmado por el médico que utilizó Yiya para llevar a cabo su obra maestra del terror. Necesariamente un profesional tuvo que haberle firmado la receta’”. Pero nunca se llegó a ese dato. Se siguió la pista, pero no hubo nada revelador.
Yiya, en su defensa pública, negaba que las muertes hubiesen ocurrido por envenenamiento. Su argumento se centraba en la asistencia recibida por las víctimas: “A una de ellas le hicieron respiración boca a boca ni bien le dio el paro cardíaco, si tenía cianuro el médico se habría muerto”, se defendía Murano.
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