El “dame dos” llegó al Botox y avanza

Sociedad

*Durante el 2006 su uso subió un 40 por ciento y ya se había incrementado un 53 por ciento en 2005.
*En EEUU, el año pasado lo utilizaron 3.300 millones.
*Es más accesible que otras terapias para luchar contra el envejecimiento y menos invasivo que una cirugía estética.

La Toxina Botulinica -nombre comercial de la toxina botulínica tipo A, que actúa como relajante muscular- es furor en el mundo y la Argentina no se queda atrás. Usado para borrar las huellas del paso del tiempo, las mujeres afirman que da excelentes resultados cuando el envejecimiento no está muy avanzado y pierden pudor a la hora de refrescar sus rostros.



Daniel Spillman, médico especialista en dermatología y miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología y de la Asociación Americana de Dermatología, aseguró a minutouno.com que “el aumento del uso se está dando en todos los países desarrollados. De hecho, en EEUU en 2006 lo utilizaron 3.300 millones de personas y para 2010 se calcula que pueden llegar a haber 10 mil millones de personas las que usan la Toxina Botulinica con fines estéticos”.


    "En EEUU en el año 2006 lo utilizaron 3.300 millones de personas y para el 2010 se calcula que pueden llegar a haber 10 millones de personas las que usen Botox con fines estéticos", asegura Spillman.

Según Spillman, los cirujanos plásticos hoy reemplazan el lifting -bastante riesgoso- que utilizaban para borrar arrugas de la frente, del entrecejo y para elevar las cejas por unos cuantos micropinchacitos. “En este momento, La Toxina Botulinica es considerado el mejor tratamiento estético para el rostro: no requiere anestesia ni quirófano ni tiempo de recuperación posterior a la aplicación”, afirmó.

“Con la Toxina Botulinica se puede modelar la forma de las cejas, eliminar las arrugas del entrecejo y de la frente y también corrige las llamadas ‘patas de gallo’ que el lifting no soluciona”, precisó el dermatólogo y aclaró que la Toxina botulinica necesita mantenimiento, porque su efecto va de los 3 a los 6 meses. “Eso puede verse como algo negativo, porque hay que volver a invertir y hacer otra aplicación, pero lo interesante es que el efecto causado es reversible y puede ir perfeccionándose de acuerdo al gusto de cada paciente”, señaló Spillman.

Y más allá de lo estético, el Botox tiene importantes aplicaciones en el ámbito de la medicina. Es útil, por ejemplo:

- En los espasmos musculares como el espasmo cervical.
- En los tics del rostro que provocan un pestañeo constante.
- En las parálisis espásticas que quedan como secuela de los accidentes cerebro-vasculares.
- En los casos de hiper-hidrosis (o sudoración excesiva) de axilas, manos y pies.

“También hay estudios en pacientes con migrañas que han sido tratados con la Toxina Botulinica y han respondido muy bien -dijo el especialista-. Son todas aplicaciones que van más allá de la estética y que mejoran muchísimo la calidad de vida”.


El Botox no deja rastros una vez que desaparece del organismo, tiene un margen de seguridad amplísimo y sus efectos son reversibles.    


En relación a la seguridad, el médico explicó que una vez que la Toxina Botulinica desaparece del organismo no deja rastros. “Además,  el uso del la Toxina Botulinica  ya lleva 20 años y no ha habido datos de toxicidad ni siquiera en personas que se lo han aplicado 40 veces en el rostro por cuestiones estéticas”, acotó.

De hecho, según Spillman, el margen de seguridad -la distancia entre la dosis terapéutica y la cantidad que puede ser tóxica- es tan amplia que una persona de 70 kilos tendría que aplicarse en 40 dosis de la Toxina Botulinica  a la vez para terminar en el hospital, y eso le costaría cerca de 30 mil dólares.


El uso de la Toxina Botulinica en 2006 aumentó un 40 por, según cifras de la industria farmacéutica publicadas por el diario La Nación. Ese aumento se suma al que había experimentado la toxina en 2005: nada menos que 53 por ciento.


 


Será por todas estas ventajas que las mujeres y los hombres se están animando cada vez más y haciendo subir los números de las estadísticas que miden el uso anual de la toxina botulínica.

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