Un cruce que desató polémica: la tensa discusión de Matías Almeyda con la terna arbitral

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El entrenador argentino del Sevilla explicó por qué cuestionó su amonestación y negó cualquier expresión de falta de respeto hacia la jueza asistente

El empate entre Valencia y Sevilla en Mestalla por LaLiga de España dejó un episodio que rápidamente eclipsó lo estrictamente futbolístico. Matías Almeyda, director técnico del conjunto andaluz, protagonizó un tenso intercambio con la jueza asistente Guadalupe Porras y con el árbitro principal Guillermo Cuadra Fernández, luego de una tarjeta amarilla que recibió en el primer tiempo.

El cruce, ocurrido en el túnel antes de iniciar la segunda mitad, abrió un debate sobre el trato entre árbitros y entrenadores, además del rol que tuvo la comunicación en la escalada del conflicto. La escena comenzó cuando Almeyda se acercó a Cuadra Fernández para pedir una explicación por la amonestación. El árbitro intentó cerrar rápidamente la conversación con un “Ya está, llevas razón”, fórmula que lejos de calmar al entrenador lo empujó a insistir.

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En ese contexto, el técnico argentino señaló que solo buscaba entender por qué lo habían sancionado y remarcó que su diálogo previo con Porras parecía haber sido interpretado de manera errónea. Fue entonces cuando intervino la asistente, lo que llevó a Almeyda a replicar con una frase que se volvió central en la discusión: “Tengo tres hijas mujeres, señorita. El respeto pasa por el otro lado”.

El comentario abrió lecturas diversas. Aunque para el técnico fue una manera de expresar que jamás tendría actitudes despectivas hacia una mujer, para otros se trató de una defensa innecesaria que tensionó más el intercambio. En el acta arbitral, Cuadra Fernández aclaró que la amarilla se debió a “observaciones de carácter técnico” y no a insultos o gestos inapropiados, dejando entrever que el problema fue más interpretativo que disciplinario.

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Ya en conferencia, Almeyda buscó cerrar la controversia: negó haber actuado con faltas de respeto, reafirmó que sus reclamos fueron estrictamente deportivos y sostuvo que su intención era obtener respuestas claras a una decisión que, según él, carecía de fundamentos. También remarcó su postura respecto a la igualdad dentro y fuera del campo: “Somos iguales. Si estamos en fútbol somos iguales, ¿no? En la vida somos iguales”.

El episodio, que se volvió viral en medios españoles, reabrió el debate sobre la comunicación entre árbitros y técnicos, la sensibilidad con la que se interpretan ciertos diálogos y el delicado equilibrio entre autoridad y respeto en la élite del fútbol. Si bien el acta no le atribuye frases ofensivas, la situación dejó en evidencia que la relación entre protagonistas y jueces continúa siendo un terreno propenso al conflicto, incluso por detalles que nacen de malentendidos más que de intenciones explícitas.

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