Inflación, deuda y balanza comercial: qué pasó después de 2001

Economía

Volantazos en materia de política económica en los últimos 20 años marcaron los vaivenes entre desarrollo y estancamiento que caracterizaron a la Argentina.

En los 20 años que transcurrieron desde el estallido social y económico de la Argentina, la economía del país siguió una deriva pendular en materia económica que está estrechamente vinculada a los cambios de color de signo político que ocuparon la Casa Rosada desde antes de la crisis de 2001 y de la actual.

Esto queda muy claro a la hora de revisar la evolución del peso de la deuda externa de la Argentina sobre el PBI; el impacto de las políticas redistributivas o la falta de ellas sobre los niveles de pobreza; o bien el papel que asume (o evita hacerlo) el Estado para activamente crear las condiciones necesarias para la creación de empleo genuino.

"La explosión de crisis que vivimos hoy de la deuda externa tiene orígenes diferentes de la de 2001, aunque los responsables son ideológicamente parecidos" sintetizó recientemente el investigador e historiador económico Mario Rapoport.

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La Argentina entró en crisis con una deuda que representaba cerca del 148% de su PBI y con el rechazo de los mercados internacionales a seguir financiando un país cuya economía había entrado en una espiral recesiva que generaba un círculo vicioso devastador: menos actividad - menos empleo - más pobreza - menos actividad.

El abandono a partir de 2003 de las políticas neoliberales que se habían dictado en las década del '90 desde la Casa Rosada y las oficinas del FMI Washington, permitieron reducir el peso de la deuda hasta representar en 2011 el 38,91% del PBI de la Argentina.

El desembarco de Mauricio Macri en Balcarce 50 y la decisión de recurrir una vez más a las ya fallidas recetas neoliberales no solo devolvieron al país al FMI sino que también volvieron elevar el peso de la deuda sobre el PBI a niveles cercanos del 90% en apenas 4 años. La pandemia no hizo más que agravar la situación.

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Los vaivenes económicos de los últimos 20 años repercutieron de manera directa en los índices de pobreza. Tras el estallido de 2001 y la salida de la convertibilidad la pobreza se multiplicó y afectó al 55% de la población en 2002, a raíz de una caída del PBI del 30% que paralizó la actividad económica y disparó el desempleo al 20%.

Los cambios de política económica permitieron reducirla progresivamente a medida que el desempleo bajaba a un dígito. Sin embargo a partir de 2017 volvió a subir, en especial en los dos últimos años de gestión de Macri y la recesión económica a la que llevaron sus políticas y en los dos primeros del gobierno de Alberto Fernández signados por el impacto de la pandemia de coronavirus Covid-19.

El primer semestre de 2018 cerró con una tasa de pobreza de 27,3%, que saltó a 32% hacia fines de ese año. Luego pasó a 35,4% en la primera mitad de 2019, se mantuvo estable hasta fin de año y en 2020 por efecto de la pandemia subió hasta el 42%.

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Sólo una variable económica parece haberse mantenida ajena a estos vaivenes políticos, en especial en los últimos 10 años cuando adoptó una inercia de la cual parece que nadie encuentra la manera de salir: la inflación.

Desde la salida de la convertibilidad la inflación acumulada supera el 10.000%.

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